Inauguramos, este blog sobre el
tripeo, en casa y fuera de ella, sin pretensiones, contando solo lo
que cocinamos, o donde comemos y lo que nos parece. Lo que nos gusta,
o lo que nos pone de mala leche, como gordos y alcohólicos que somos.
No esperemos que os guste, esperamos,
que nos contéis, porque os dan asco las croquetas u os morís por un
casu marzu.
Pensando que hacer un domingo por la
mañana, y dejando pasar las horas vagueando, finalmente nos
decidimos por, en vez de ir de cañas por la zona de Ponzano o por
Lavapiés, ir, directamente a comer a algún sitio un poquito
curioso.
Descartando varios restaurantes de
comida étnica, básicamente pizza, nos tiramos al barro, y pensamos en
dilapidar nuestros cheques de comida en la marisquería Norte Sur de
Cuatro Caminos.
Este, es un local de toda la vida, de
los que siempre pasa por delante y salivas por el olor de la plancha,
pegada a la ventana de calle, y que, invita a entrar y ponerte hasta
el culo.
Al llegar al local, descartamos, porque
estaba lleno de gente, como siempre, y mas un domingo a la hora de
comer, las mesas en la calle, y la zona de la barra, que, confieso
que siempre me ha entusiasmado, pero que siempre está a full. Por lo
que impepinablemente, nos cogimos una mesita en el comedor, que,
aunque había gente, no estaba lleno.
El comedor, es pequeño, bien
iluminado, y aceptablemente decorado con motivos marinero y botellas
de destilados de segunda, a excepción de una botella de Jhonnie
Walker etiqueta negra que no sabíamos muy bien que hacía allí, de
hecho, parte de la conversación durante la comida trató sobre el
origen de las fotografías marítimas del comedor. Ni Galicia ni
Euskadi. Santander. Y, amigos, es que hay vida marítima mas allá de
Finisterre y Hondarribia.
Al lío.
Lo primero fue elegir el vino.
Creo, desde hace tiempo, que aunque
Norte Sur no es un restaurante precisamente barato, la carta de vinos
tiene, precios muy interesantes .
Además, es una carta, que, al igual,
que en barra, ofrecen cava por copas, ofrece comer con cava, algo que
no es muy habitual en Madrid, y, que a mi, personalmente me guste
mucho. Aunque solamente tienen un cava , y es del montón.

Las opciones que barajábamos, dentro
de las opciones de la carta, tampoco demasiadas DO, eran Luis Cañas,
DO Rioja y Pago de los Capellanes roble 2014, DO Ribera.
Pago de los Capellanes nos pareció la
opción mas interesante.
Una práctica habitual, y
que en este local se repite, aparte de que los camareros no tienen ni
puñetera idea de vino, es no mostrar el corcho del vino recién
abierto al comensal. Cosa, que me parece una cosa muy cutre, pero...
El vino, correcto, como
corresponde a Pago de los Capellanes, un punto ácido, creo, que poco
cuerpo, alcohólico, me parece que hay que decantar, y, extrañamente,
no le saque demasiada madera.
Pero desde luego, no
desmereció en modo alguno con la comida.
La pitanza.
Y llegamos a lo que mola, la
comida.
Conociendo los platos de
Norte Sur, generalmente generosos, pensamos, que tres platos para
compartir y postre, serían mas que suficientes para comer a gusto.
Y no fallamos.
Nos decidimos, después de
sopesar varias opciones, cazón en adobo o cigalas, por pulpo a la
brasa, berberechos a la sartén y una ensalada de tomate y cebolleta.
Y de aperitivo dos ostras de Cedeira.
Los berberechos.
Consideraron los camareros,
que el primero de los tres platos que pedimos serían los berberechos
a la sartén. Cocinados con una salsa a base de aceite de oliva, ajo
y creo, algo de guindilla muy finamente picada.
Estaban muy buenos de sabor,
berberechos de buen tamaño, sin un gramo de tierra (no os podéis
imaginar cuantos berberechos de restaurante me he encontrado a lo
largo de mi vida de gordo comilón, en su justo punto de tierra).
Echamos de menos, algo de ajito picadito, como cuando los haces en
casa y ese ajito se te deshace en la boca y complementa de miedo el
sabor del berberecho, porque ajo tenían, pero... En cualquier caso
es una cuestión de gusto, y, estaban bastante ricos.
Nos dejamos los dedos
mojando pan en la salsa.
El pulpo y la ensalada.
De segundo, después de que
el camarero nos trajera varios platos que eran para la mesa al lado
de la nuestra, nos trajeron la ensalada y el pulpo, el plato
estrella.
La ensalada tenía muy buena
pinta, y aunque a priori nos pareció escasa, resulto también
adecuada para complementar al pulpo. Una ensalada sencilla, de
cebolleta picada y tomate, aderezada con sal, aceite de oliva, y
algo, que no supe muy bien, si era, vinagre balsámico, tipo Módena
o algún vinagre de Pedro Ximenez o similar.

El pulpo.
Esa maravilla del mar, que
en Portugal miman y hacen un arte de su cocina.
El pulpo.
Probablemente, sea una de
mis comidas preferidas, y, no solo en Portugal, donde lo pido
siempre, si no, en España, donde lo pido, siempre que lo encuentro.
Mejor al horno que a la plancha, mejor a la plancha que a la gallega.
Mejor a la gallega que no
pedir pulpo.
Estaba bueno, de verdad,
estaba bueno. Pero...
Si uno, pide un pulpo a la
brasa, piensa, si lo ha comido antes, en unas patas de pulpo,
tostaditas, marcadas y crujientes por fuera y tiernas por dentro, con
ajitos si las comes a Lagareiro, como en Lisboa. Acompañados de
patatas asadas, o finamente cortadas y fritas, como en Aveiro.
En este caso, aunque de
sabor estaba bastante bueno, todo hay que decirlo, de pulpo a la
brasa solo tiene el nombre.
Un par de patas de pulpo,
finamente cortadas, sin una marca de haber pasado por brasa alguna, y
con mas pinta de ser una nueva presentación de pulpo a la gallega,
cocido, y aliñado con sal y pimentón y con patatas cocidas
similares a las que acompañan cualquier plato de pulpo a la gallega.
La decepción, la verdad,
fue grande, porque te esperas otra cosa, y, aunque, esta muy rico, no
es pulpo a la brasa, es pulpo a la gallega presentado de otra manera.
Los postres.

En linea con el resto de
platos, los postres estaban buenos, pero sin ser maravillosos.
La tarta de limón, aunque
agradable de sabor, era totalmente industrial. Me recordaba mucho a
una que venden para hostelería en Makro (tengo que volver a Makro a
por una de esas tartas), fantástico producto para un menú del día,
pero insuficiente para un restaurante de este estilo.
El ruso, igualmente , estaba
bueno, pero evidentemente sin llegar a l nivel de los rusos del
riojano. Claro que, no le vamos a pedir peras al olmo ¿no?
Norte Sur, el de Cuatro
Caminos, es un sitio agradable, y con productos de calidad, mejor
para sentarte en la barra y pedir un par de platos y vino o cava por
copas, o una caña, que para sentarte a comer.
Los postres son su punto
débil y el servicio, aunque agradable, están un poco empanados.
Si queréis pegaros un
homenaje, no lo dudéis.
En la barra, eso si.
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