martes, 1 de marzo de 2016

NORTE SUR, donde el pulpo a la brasa es como a la gallega, pero a lo largo.

Inauguramos, este blog sobre el tripeo, en casa y fuera de ella, sin pretensiones, contando solo lo que cocinamos, o donde comemos y lo que nos parece. Lo que nos gusta, o lo que nos pone de mala leche, como gordos y alcohólicos que somos.
No esperemos que os guste, esperamos, que nos contéis, porque os dan asco las croquetas u os morís por un casu marzu.




Pensando que hacer un domingo por la mañana, y dejando pasar las horas vagueando, finalmente nos decidimos por, en vez de ir de cañas por la zona de Ponzano o por Lavapiés, ir, directamente a comer a algún sitio un poquito curioso.
Descartando varios restaurantes de comida étnica, básicamente pizza, nos tiramos al barro, y pensamos en dilapidar nuestros cheques de comida en la marisquería Norte Sur de Cuatro Caminos.

Este, es un local de toda la vida, de los que siempre pasa por delante y salivas por el olor de la plancha, pegada a la ventana de calle, y que, invita a entrar y ponerte hasta el culo.

Al llegar al local, descartamos, porque estaba lleno de gente, como siempre, y mas un domingo a la hora de comer, las mesas en la calle, y la zona de la barra, que, confieso que siempre me ha entusiasmado, pero que siempre está a full. Por lo que impepinablemente, nos cogimos una mesita en el comedor, que, aunque había gente, no estaba lleno.
El comedor, es pequeño, bien iluminado, y aceptablemente decorado con motivos marinero y botellas de destilados de segunda, a excepción de una botella de Jhonnie Walker etiqueta negra que no sabíamos muy bien que hacía allí, de hecho, parte de la conversación durante la comida trató sobre el origen de las fotografías marítimas del comedor. Ni Galicia ni Euskadi. Santander. Y, amigos, es que hay vida marítima mas allá de Finisterre y Hondarribia.

Al lío.

Lo primero fue elegir el vino.
Creo, desde hace tiempo, que aunque Norte Sur no es un restaurante precisamente barato, la carta de vinos tiene, precios muy interesantes .
Además, es una carta, que, al igual, que en barra, ofrecen cava por copas, ofrece comer con cava, algo que no es muy habitual en Madrid, y, que a mi, personalmente me guste mucho. Aunque solamente tienen un cava , y es del montón.

A pesar de ser una marisquería, y, sabiendo que ni el blanco es solo para pescado ni el tinto solo para carne, y, descartando los blancos, por poca variedad en DO, gallegos y Rueda, y por que tampoco ofrecen blancos muy interesantes, nos decidimos por un tinto.
Las opciones que barajábamos, dentro de las opciones de la carta, tampoco demasiadas DO, eran Luis Cañas, DO Rioja y Pago de los Capellanes roble 2014, DO Ribera.
Pago de los Capellanes nos pareció la opción mas interesante.


Una práctica habitual, y que en este local se repite, aparte de que los camareros no tienen ni puñetera idea de vino, es no mostrar el corcho del vino recién abierto al comensal. Cosa, que me parece una cosa muy cutre, pero...

El vino, correcto, como corresponde a Pago de los Capellanes, un punto ácido, creo, que poco cuerpo, alcohólico, me parece que hay que decantar, y, extrañamente, no le saque demasiada madera.
Pero desde luego, no desmereció en modo alguno con la comida.



La pitanza.
Y llegamos a lo que mola, la comida.
Conociendo los platos de Norte Sur, generalmente generosos, pensamos, que tres platos para compartir y postre, serían mas que suficientes para comer a gusto.
Y no fallamos.

Nos decidimos, después de sopesar varias opciones, cazón en adobo o cigalas, por pulpo a la brasa, berberechos a la sartén y una ensalada de tomate y cebolleta. Y de aperitivo dos ostras de Cedeira.


Los berberechos.




Consideraron los camareros, que el primero de los tres platos que pedimos serían los berberechos a la sartén. Cocinados con una salsa a base de aceite de oliva, ajo y creo, algo de guindilla muy finamente picada.
Estaban muy buenos de sabor, berberechos de buen tamaño, sin un gramo de tierra (no os podéis imaginar cuantos berberechos de restaurante me he encontrado a lo largo de mi vida de gordo comilón, en su justo punto de tierra). Echamos de menos, algo de ajito picadito, como cuando los haces en casa y ese ajito se te deshace en la boca y complementa de miedo el sabor del berberecho, porque ajo tenían, pero... En cualquier caso es una cuestión de gusto, y, estaban bastante ricos.
Nos dejamos los dedos mojando pan en la salsa.

El pulpo y la ensalada.





De segundo, después de que el camarero nos trajera varios platos que eran para la mesa al lado de la nuestra, nos trajeron la ensalada y el pulpo, el plato estrella.

La ensalada tenía muy buena pinta, y aunque a priori nos pareció escasa, resulto también adecuada para complementar al pulpo. Una ensalada sencilla, de cebolleta picada y tomate, aderezada con sal, aceite de oliva, y algo, que no supe muy bien, si era, vinagre balsámico, tipo Módena o algún vinagre de Pedro Ximenez o similar.
El conjunto estaba bien, aunque el tomate estaba cortado en trozos algo grandes y estaba poco maduro, y la cebolleta estaba potente. Repito, estaba rica, pero fuerte de sabor.

El pulpo.
Esa maravilla del mar, que en Portugal miman y hacen un arte de su cocina.
El pulpo.

Probablemente, sea una de mis comidas preferidas, y, no solo en Portugal, donde lo pido siempre, si no, en España, donde lo pido, siempre que lo encuentro. Mejor al horno que a la plancha, mejor a la plancha que a la gallega.
Mejor a la gallega que no pedir pulpo.

Estaba bueno, de verdad, estaba bueno. Pero...

Si uno, pide un pulpo a la brasa, piensa, si lo ha comido antes, en unas patas de pulpo, tostaditas, marcadas y crujientes por fuera y tiernas por dentro, con ajitos si las comes a Lagareiro, como en Lisboa. Acompañados de patatas asadas, o finamente cortadas y fritas, como en Aveiro.

En este caso, aunque de sabor estaba bastante bueno, todo hay que decirlo, de pulpo a la brasa solo tiene el nombre.
Un par de patas de pulpo, finamente cortadas, sin una marca de haber pasado por brasa alguna, y con mas pinta de ser una nueva presentación de pulpo a la gallega, cocido, y aliñado con sal y pimentón y con patatas cocidas similares a las que acompañan cualquier plato de pulpo a la gallega.
La decepción, la verdad, fue grande, porque te esperas otra cosa, y, aunque, esta muy rico, no es pulpo a la brasa, es pulpo a la gallega presentado de otra manera.

Los postres.


Como ya era algo tarde, sobre las 17:30 de la tarde, la camarera nos advirtió que no le quedaban muchos postres en la carta. Afortunadamente, el pastel ruso, que era lo que yo quería probar si estaba disponible. Sin pensarlo mucho, pedimos una porción de tarta de limón, y una porción de ruso.




En linea con el resto de platos, los postres estaban buenos, pero sin ser maravillosos.
La tarta de limón, aunque agradable de sabor, era totalmente industrial. Me recordaba mucho a una que venden para hostelería en Makro (tengo que volver a Makro a por una de esas tartas), fantástico producto para un menú del día, pero insuficiente para un restaurante de este estilo.
El ruso, igualmente , estaba bueno, pero evidentemente sin llegar a l nivel de los rusos del riojano. Claro que, no le vamos a pedir peras al olmo ¿no?

Norte Sur, el de Cuatro Caminos, es un sitio agradable, y con productos de calidad, mejor para sentarte en la barra y pedir un par de platos y vino o cava por copas, o una caña, que para sentarte a comer.
Los postres son su punto débil y el servicio, aunque agradable, están un poco empanados.
Si queréis pegaros un homenaje, no lo dudéis. 

En la barra, eso si.